Por: Roberto Toledo. Periodista.
Ayer el editor me envió
un mensaje de audio para que le enviara la columna de este mes. Ya estaba
atrasada. Lo reconozco. Pensé en escribir sobre Cerati, porque se cumplieron 10
años de su fallecimiento. El quejumbroso mensaje de voz del editor -en medio de
un ruido de viento y motor de vehículo decía: “mañana no más, no me queda otra,
si ya tranquilo, eso, vale compadre”. Pensé ¿para dónde irá y que estaría
haciendo este hombre?
Bueno, chimuchina aparte.
Jueves 5 de septiembre de
2024, el maestro del piano Valentín Trujillo Sánchez, de 91 años, fue
reconocido por el Gobierno con el Premio Nacional de Artes Musicales de Chile.
Trujillo, humano de oído
absoluto, hijo de la profesora Clementina Sánchez y el minero Juan de Dios
Trujillo, músico profesional del conservatorio de la Universidad de Chile,
militante comunista, es ese músico culto que tiene un vínculo transversal a
través de su arte con el pueblo. Categoría que muchas y muchos aparecidos
quisieran, pero no todos logran.
En los 80 los que
crecimos viendo sábados gigantes, lo vimos dirigiendo la orquesta y poniéndole
características de piano a las pesadeces de Don Francisco. Luego con el
Profesor Rossa y Guru - Guru. Momentos hilarantes de risa en las que este señor
de especto bonachón, tocaba el piano y jugaba como un niño.
Un niño que también fue
silenciado musicalmente luego del golpe de estado cuando supo que habían matado
a Víctor Jara. En la UP tocaba el piano con Pin Pon, muñeco creado por el actor
Jorge Guerra y que fue calificado de marxista por la dictadura.
Valentín Trujillo comenzó
su carrera en 1943. Es la enciclopedia viva de la verdadera música popular
chilena porque es el único que tocó con casi todos, de izquierda y de derecha,
como Los Quincheros.
En la conmemoración de los
50 años del golpe de estado interpretó nuestro himno nacional en una elegante
versión de salón, quitándole el perfil marcial que a la derecha tanto le gusta.
Nada que decir, una fineza del maestro.
Y nos alegramos de corazón
por este reconocimiento más que merecido -pero tardío- a alguien que ha sido un
verdadero aporte a la cultura y a la ilustración del pueblo a través de la
música.
Si lee esta columna,
gracias por la música maestro Valentín. Maestro eterno.
Cerati puede esperar,
tengo también una historia que contar.
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